Pensando en voz alta

No quiero un ejército, quiero ideas propias que derrumben muros

EL CASO DE B (Reflexión final)


Muy buenos días a todas y a todos, después de unos días en los que no he podido escribir, voy a seguir analizando a nuestros trabajadores, hoy voy a dar mi punto de vista del caso de B.

B es la viva imagen de nuestro día a día, ha pagado 50 céntimos y no se ha llevado nada a cambio, tiene suficiente dinero para volver a la máquina de café y sacar otro, pero el primero lo ha perdido. Es como pagar al banco por darles nuestro dinero o como pagar el peaje en una autopista que se construyó con nuestros impuestos, pagamos una vez, y como nos queda dinero suficiente para volver a pagar por ello pues abonamos nuevamente el importe.

B, para mí, es un usuario como casi todos hoy en día, no le importa pagar, sino lo que le queda después, B y A han perdido 50 céntimos, uno se ha tomado un café y el otro se ha quedado sin café pero tiene dinero como para sacar otro.

Pero ¿Quién ha ganado? Una cosa está clara, A y B son los pagadores (ciudadanos), el jefe (gobernantes) no puede tener queja de ninguno de ellos, pero seguro que ellos si se han acordado de él, sin embargo no pueden culparle en exclusiva de su olvido, aunque como ya dije antes, son los COMPLICES NECESARIOS. El propietario de la máquina de café (empresarios) ha dispensado dos café y cobrado por ellos, ni gana ni pierde en esta ecuación. ¿Entonces quién?

Hay otro personaje, (los mercados) que llegan los últimos, después del desastre, nadie les conoce por lo que no pueden pedirles cuentas, se quedan con el café de B y con el dinero de A, es decir, con nuestro trabajo y con nuestros beneficios. Llevan tomando café gratis toda la vida, y nosotros se lo seguimos pagando, ¿hasta cuándo?

Hay una ley de vida, cruel y exacta, que afirma que uno debe crecer o, en caso contrario, pagar más por seguir siendo el mismo
Norman Mailer

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